viernes, 6 de enero de 2012

NEUROTICONES

                                                             EL ASCENSO

              El término “ascenso” indica un estado de subida, de alcanzar una meta más alta o elevada. Es muy usado en el lenguaje cotidiano, pero también en otras disciplinas como es la sociología que nos habla por ejemplo del ascenso social de ciertos sectores de la población que acceden a otros planos de mayores beneficios. Del mismo modo es utilizado por la ética cuando nos habla de alcanzar niveles superiores de modelos que realcen al ser humano y lo dignifiquen. También es usado en teología cuando se nos habla del ascenso de Cristo a los cielos. De manera similar es usado en metafísica, principalmente en la actitud del pensador que debe elevarse en el plano del conocimiento y lograr  asir los paradigmas que en la filosofía platónica se encuentran en la dimensión  superior del topo uranos y permiten acceder al pensador a la potestad de la verdad. Pero lo importante es encontrar en este vocablo la interpretación que  está ligada con la noción de escalar, trepar y también de crecimiento para alcanzar alturas que sólo se disponen y se experimentan  en los planos  psicológicos y/o anímicos.
Asimismo, y para una mayor comprensión tendríamos que contraponerlo con su antagónico que es descender y que implica el estar en un plano y encontrarse en otro inferior. Pero lo importante es que tanto el ascender como descender siempre implican un grado  de conflicto, ligado inevitablemente con el estado de ánimo y es enunciado en el decir simbólico de la palabra originaria que guarda relación esencial con el modo de ser existente, que somos nosotros mismos y que un pensador como Heidegger lo define como el Dasein, traducido al español como Ser ahí. Ese Ser que tiene como condición la de “ser o estar en el mundo”  y que experimenta en su ser ese estado que lo dispone como pasajero efímero en un  tiempo que se le da y que se hace manifiesto  como proyecto.
Así definido  el ser humano es interpretado desde la ontología que sirve de base o fundamento para ir constituyendo las distintas disciplinas que son las manifestaciones de la cultura que compendian  las expresiones religiosas, científicas , el arte y la filosofía en general ; haciéndose extensibles para  interpretar la cotidianidad con la consabida  vulnerabilidad que sufrimos en cuanto seres con proyectos , insertos en acontecimientos que se nos revelan en nuestro ser como enigmas a desentrañar, y que experimentamos como circunstancias meramente personales, pero que son en verdad, expresiones del ser concebidas  como eventos moldeados desde el ámbito de nuestra libertad.
 Sobre estos errantes caminos, los pensadores y poetas pretenden mantener vigente, a través de la palabra, las más de las veces vagamente comprendida, ese último residuo del misterio del ser; sostenidos desde lo oculto en una cultura aparentemente desmitificadora como la que se nos revela en la actualidad.

                                                                         EL ÉTOR









jueves, 5 de enero de 2012

EL LAZARILLO DE BORGES

Transmite radio olitas-by pass

 Lucas no quiso ir a París. Aduce que ya lo conoce de memoria ya que viajó a la Ciudad Luz en cuatro veces en los cinco años del secundario. Prefiere quedarse con Angélica en la casa del country El Rebenque del Sol para que, en los días que salga a bailar, le cocine y le lave la ropa. Bah, al final le lavará los manchones pegajosos de vodka Aptitud que se le volcó al piso o para mitigar un vómito en la camisa rosa del flojito de Tomas Peterson.
 Angélica, a su vez, está preparando sus vacaciones. Preparar no significa tener la assist-card al día o calcular las millas ya conseguidas; es, además de freír las 42 milanas para dar de almorzar a toda la trouppe familiar (incluyen novios de las hijas, cuñados y amigos de amigos) o pedirle a la Nelly, la mujer de su hermano Héctor, que se fije si algún traje de baño de sus sobrinos le puede quedar a los suyos, primos todos de la misma edad pero más menuditos; si no, lo verdaderamente importante para iniciar las vaca es que le paguen a Renzo, su marido, el trabajo de albañilería que le hizo a la familia Cáceres Montaigne, del country de al lado el Haras del Yanquetruz y que el mecánico (el del taller de Sol y Verde, entre Pilar y José C. Paz) le arregle el carter del 1500 cuanto antes y, por útlimo, que la rotisería que alquile su hermano Osvaldo en Mar de Ajó, en donde se va a hacer la temporada, tenga un altillo o, en su defecto, un cuartucho al fondo en donde poder estirar las piernas. Sólo llevarán a Moncho (“Monchito”), ocho, y a Mabelle, de doce. Juancito de diecinueve se va a laburar en la recolección de la papa como en todos los veranos. Mientras tanto, Blanquita, de veintiuno, se quedará haciendo el duelo, como en los últimos cuatro meses, por la muerte de Bryan, de tres, por tuberculosis. Ella, que aguanta en una choza sin revoque, en donde sólo le entra una cama de una plaza y debe cerrar con candado la puerta sin cerradura si quiere ir pedaleando todas las tardes, en un rodado para adolescentes, hacia el cementerio local. Pero antes, antes de cerrar el candado de la puerta, mirará por vez número mil el borde de la tele de 20 pulgadas, que tiene en su borde a ositos pegados de color rojo y blanco con la leyenda “Mamá te quiero”. Todavía se mantiene espectralmente de pie gracias a los bolsones de comida y a las horas que se la pasa mirando Gran hermano. El mismo programa que mira Tomás Petersen mientras chatea en el facebook con sus amigos. Y Blanquita, también, tendrá que decirle a sus padres que no irá otra vez a Mar de Ajó porque ya fue muchas veces. No se sabe nada del padre de Bryan.

 EL CHU