viernes, 9 de septiembre de 2011

AQUÍ ME PONGO A CANTAR...

Aquí me pongo a cantar…
(Poesías, poesías y poesías... sí, poemas también hacemos... pero no tenemos idea de cuál es la diferencia)

Gente en la raya

Quien SOS al levantarte
¿Una huella de barro o  asfalto?
para subir los escalones del serrucho

 La lengua de colores habla:
Que las dunas crecen
Por el viento joven
Que acarrea el cuerpo sin sangre.

En el fin de un punto,
Gente en la raya
Se ven en la vidriera
esposando las manos en el bolsillo
y contando los pasos hacia tras
Con ojos de casa vacía
sin ver la realidad del rocío
que es la realidad del bebedero social.

El paisa



Cuando papá llora

Cuando papá llora,
Se hace siesta la nieve
En la tarde carne

Es que su cuerpo esta arado
Por  arruga  madurez,
En semilla de emoción

Él transita
pañuelo descalzo
y árboles de hojas de lenguas
se van desbordando al río de sus párpados

Aunque es buen jinete de lágrima
a la sombra del sentimiento
es más trasparente que los ojos

Cuando papá  llora,
Un violín da rienda a la nota
y  las lágrimas quedan mudas

El paisa

¿QUIEN LE PUSO LOGO AL MONO?

¿Quién le puso Logo al Mono?

(Monólogos, diálogos, tria logos, tetra logos –esas son conversaciones de borrachos-, y así sucesivamente…)



El hijo del mar y el hijo del marinero

Decididamente cruzara la vereda. Nadie que lo viera ahora mismo dudaría que ese hombre fuera capaz de atravesar un infierno completo con la misma y constante serenidad. Mientras empuja la puerta vidriada del bar con la palma de una sola mano, desde aquí, sentado, puedo vislumbrar las macabras líneas de su destino. Hay tanta miseria acumulada en el contorno de esos dedos, gruesos, endurecidos por años y años de inclemencia sufrida a pesar de los esfuerzos, también, seguramente espirituales, para saldar las deudas contraídas con el cielo y el infierno y desviarse del curso implacable de tanta mala vida. La puerta cede como si le hubiera obedecido voluntariamente. Sostiene la altura de esos ojos de piedra, aunque no pueda evitar que parpadeen entrecortando la proyección interna de algún fantasma recóndito que ciertamente lo obsesiona.
Se detiene junto a mí. Frente a la barra se sienta, y todavía me da la impresión de ser aun más alto. Pide un whisky y en dos tragos le gana la partida, adelanta uno más con sus billetes maltratados y recién después del tercer sorbo, me habla.
Hijo, mi padre es el mar; no tengo esperanza de que lo entiendas ahora. Soy un huérfano, igual que vos, en esta tierra. En la tierra. Solo. No he perdonado, no busco el perdón. No lo necesito por ahora. Vengo a decirte que te he dado todo lo que tengo: el peligro y la libertad. No puedo enseñarte otra cosa más que esta. Al mar no hay que conquistarlo, no hay que cuidarlo, ni demostrarle quien sos para que se sienta agradecido. Es un padre sin hijos, el mar. Yo soy uno de ellos. Donde nace cada ola, ahí está mi niñez. Mi tierra. De tormentas, lunas y amaneceres en el mar está hecha mi memoria. Escamas, ramas, restos de peces devorados por otros peces, así son mis días; mis noches son innumerables estrellas por donde quiera que mires entre las que no estás ni siquiera perdido, sino inexistente. Mareas cálidas, mareas frías; no tengo primavera ni domingo. Lo que pesco, eso si tiene lugar entre los hombres. Yo soy marino. Pero, dios, hijo, dios, estoy seguro, es el brillo del sol en la superficie del mar. Hasta los peces lo saben. A él me confío y le pregunto cómo estás, siempre me responde: vivo. Eso es todo para mi. Porque no es bueno que el padre sobreviva al hijo. No está bien, no. Por eso los marinos como yo, morimos en tierra. Acá, en suelo firme, estamos, como decirte, en el otro mundo o más cerca del otro mundo. Cuando esté listo para ese último viaje volveré, me quedaré acá, anclado. Así tendrás la certeza, se disiparán las nieblas de tus dudas. Yo habré muerto para vos, para que tu vida siga su corriente por el cauce correcto. Después, solo después, irás al mar, conocerás el mar, el mar te reconocerá y me recordarás como era. Nada, nadie, te exigirá el perdón, ni tendrás ya necesidad de perdonar. Habrás heredado entonces mi tesoro, todo lo que esta vida me ha ofrecido, y yo, finalmente, le habré medido la profundidad a mi corazón.

La Chechu

EL LAZARILLO DE BORGES

El Lazarillo de Borges
Ficciones breves en prosa

¡¡¡Agarrate, Catalina, en este número primaveral, “El Chu” nos regala un cuento de fobal del re chupete!!! y La Ine nos embarca en su tren de lirismo y ensueño…

El superclásico del Caribe

  El tema fue así: yo era un mozo del Crucero Guido Spano y le estaba sirviendo mojitos en la cubierta a las viejas ricachonas de siempre, en el último día del otoño del hemisferio norte del 2001 cuando se me ocurrió llamar a mi hermana para saber cómo iban las vísperas típicas de la Noche Buena. Y, ahí, se empezaron a desencadenar las cataratas de sorpresas. Porque lo primero que me llamó la atención fue que ella se encontraba en la avenida de Mayo ¡En la avenida de mayo entendéesss! Es que se había casado hace poco y apenas le dio para una prefabricada en le terrenito del fondo de lo de su suegra, allá en Burzaco.
  El segundo indicio de que algo raro estaba pasando fue cuando me dijo que estaba caminando por el medio de la Av. de Mayo. Ella es media fóbica y la vía pública, en cualquiera de sus tamaños, le da automáticos vahídos y cambio abruptos de presión que se consuelan, preferentemente, con un par de titas y un huevito kinder sentada en una plaza.
  Lo tercero que me dio a pensar mal de todo (cuando digo todo es lo mismo que sucede cuando te para un rati por Gualeguay y vos te pones a repasar cada centímetro del auto sin saber, en el fondo, si hubo un cambio de ley de último momento que te obliga a llevar chalecos antiflamas y vos, con tu camperita de corderoy enfrentando a la sonrisa coimera del cana…) ocurrió cuando divisé el ruido cataplasmático de las cacerolas. Confieso que tardé en descifrar el sonido no se si por el sonido propiamente dicho o por no poder relacionar un ruido de batería del estilo de Rata Blanca con la avenida de Mayo.
  Obviamente que lo cuarto que recuerdo y lo primero que me dijo mi hermana fue ¡Bajaaaateeeee! A lo que inmediatamente le pregunté: ¿de dónde? A lo que ella precisó: ¡Del baaaarco! ¡Baaaarco!
  Y así fue cómo me radiqué en las Islas Vírgenes británicas. Yo vivía en Boedo. Imaginate. Por Av. La Plata y la autopista. Iba con la Butteler a todos lados. Soy cuervo desde la cuna, qué te pasa. Me fui caminando a Luján después de que la Virgen me cumpliera la promesa de salir campeones en Rosario después de 21 años con el gol agónico del Gallego González, allá por el ’95.
  Te hablo de esto y se me pone la piel de gallina. Sabés lo que extraño vivir las horas previas a un clásico, de esperar toda la semana el momento que tu equipo sale a la cancha; ir a la quema o a la Boca con barbijos…no tiene igual.
  Es por eso que cuando anclé aquí, en estas islas, me encargué de sustituir enseguida a la pasión. El fútbol todavía se sigue jugando once contra once y con una pelota redonda, ¿no?
  Enseguida me designaron “Chief V.I.P”; algo así como organizador de los hinchas. Será por la herencia de porteño, no tengo la más puta idea. Recuerdo que me preguntaban por “Caminitou”, lugar pedorro si los hay que sólo le das valor si vivís a 5 mil kilómetros. Yo les fui sincero: les decía que era un lugar con olor a podrido plagado de barcos hundidos y que si no tenés las monedas justas el 29 te deja tirado en donde vivía Quinquela y si, se hace de noche, no andan ni los perros. También me nombraron algo así como el jefe de la hinchada por el tema de los bombos y la costumbre de tirar papelitos. No saben que allá, para entrar dos papelitos, tenés que pasar como cinco vallados, que los canas te manoseen  de arriba abajo y, si tenés suerte porque el de adelante lleva una caripela más llamativa que la tuya, un par de dientes y cinturón con tachas, por ahí se distraen y no te sacan los diarios. Es por eso que siempre me imaginé qué les pasaría por la cabeza a estos cristianos si los dejara en la salida de la tribuna de Independiente, un viernes a la noche. El mismísimo infierno que si se bajaran del bondi en pleno Mataderos con la casaca del gallito de Morón, ¿te das cuenta?
   Hoy viajamos  en Barco a Charlotte Amalie, la capital de nuestros archirivales: las Islas Vírgenes estadounideneses. Estuve preparando cantitos. Los convencí de entrar a las gradas cantando “El que no salta es domination”, porque los gringos son los únicos de todos los estados que no votan. O, “Left compadre, la shell de tu mother”. Porque son, también, el único estado de izquierda. 
 No entiendo nada de política pero, con tal de ofenderlos, listo el pollo. Como cuando íbamos al Parque de la Independencia y les tirábamos cubitos de hielo a esos pechos fríos de la lepra. Además, nosotros tenemos el cerro más alto, que es el Pico de Sage o “Sashh” con 512 metros de pura elevación, de claroscuros que el gigante le pelea a las nubes con una punta pedregosa; en cambio los “virgins” éstos apenas tienen un pezoncito de 474 metros al que denominan Crown Mountain…¡Mouintain lo llaman! ¡¡¿podés creeeer?!! Pero ya les tengo preparada la cargada. Dice algo así como: “Jump, jump, jump me da un cagazo, que esta montaña de sheet se vayá al carajo”.
  Es que en las Islas Vírgenes Británicas vivieron los durísimos Arawacks que fueron limpiados por los crueles Caribes. Es por eso que llevamos la lucha en los genes. En cambio, los de enfrente tienen mayoría de puertorriqueños. I-ma-gi-na-te: ¿¿¿Ricky Martín nos va a robar los trapos????
  Nosotros fuimos siempre una monarquía. Por eso que nos envidian. Nunca van a tener a nadie como la Isabel que los cobije. Justamente ellos que son meta donas y chiken frito hasta explotar.
  Eso que me decías es verdad. Tenés toda la razón: tenemos un 20 por ciento más de negros. Está bien, nos cargan por eso pero nosotros sabemos bien lo que es laburar. Desde la caña de azúcar y del Capitán Cook que no paramos. Por eso armamos la bandera más grande de la historia de las islas con la esta leyenda. Mirá, mirá , acercate a la camarita: “Los que toman edulcorante son gay vigilantes” ¿Te gustó??? Ojo, ehh, les tuve que explicar el significado de “vigilantes”. Todo bien con los britishh. Sobretodo los de sangre irlandesa. 
  Pero vaya si nos recuperamos: tenemos el ingreso per cápita más alto de todas las islas con 38.500 dólares. ¿Qué diferencia, no? En Buenos Aires íbamos, llueve o truene, al Obelisco. Aquí, en cambio, nos vamos a los baños de la Virgen Gorda. ¡No sabés lo que es esa playa!! La arena parece harina triple AAA…¡triple AAA!
  Y ahí estábamos firmes. No pusieron la manga de salida (imaginate que los hinchas están mezclados) ni tampoco estaba el típico utilero del club que le avisa a la hinchada cuando el equipo está por saltar al campo de juego.
  Mirá, ambos seleccionados salen por el hall central del estadio, caminando detrás de la bandera amarilla del fair play, con dos hileras de niños etíopes o somalíes (para el caso es lo mismo) agarrados de las manos de los jugadores. Todos caminan encima de la alfombra roja. Mirá qué locura. Cómo ha cambiado el mundo, ¿no? Pensar que cuando mi viejo me llevaba al Viejo Gasómetro nada me excitaba más que el instante mágico en que los tablones se movían como sube y baja aguardando por la salida del primer equipo.
  Mirá, mirá qué entrenados que los tengo. Escuchá: “Esta es la hinchada crazy de los virginianos/ I follow a todos lados descontrolado/Virginiano I see you ver campeón/ Vamo Virgianiaaaaa, Vamo virginia”.
  El partido empezó demasiado parejo. En todo. No hay gambetas, ni  remates al arco, paredes, nada. Los once de cada equipo estaban cada uno en su campo y se pasaban la pelota a puro centritos para nadie. ¿Raro? ¿Y todavía me lo decís? ¡Esto es fobal viejo! Por eso con el primero que me la agarré fue con el técnico. Y…es el fusible del equipo. Y le empecé a gritar así: “Mr. Johnson, vigilante, go a head para adelante/ Mr. Johnson, sos un burro, siempre nos rompen el fuck you/ vamo’ a return todos juntos a las virgines”.
  Lo volví loco. Lo que me puso de los pelos fueron los de la platea contraria que me empezaron a sobrar. Me sacaban fotos como si fuera un Toba caminando por la quinta avenida. Yo, mientras tanto, les empecé a hacer las señas del cincuenta. “¡Fifte!” les gritaba. ¿Sabés por qué? Porque nosotros tenemos 50 islas y estos condenados a penas 16. No sabéees cómo me sacaron estos nabos. Le tuve que pedir el megáfono al de seguridad (no llevan armas pero sí bermudas así que imaginate) para descargarme con toda la bronca: “Gringou, gringou, gringou I have un cagazo, que esta isla de mierda is go para abajo”. No me digas el por qué pero me transporte a la popu visitante del Defensores del Chaco cuando les gritábamos lo mismo a los paragüas. Y, como el primer tiempo seguía siendo un embole, la culminé con el típico: “OOOhhh le olé, OOOOhhh le olá if you are yanki no lo thinkis más you go to temprano que vas a cobrar”.

  ¿Qué si extraño a los chori? Al principio. Pero después te acostumbrás. No se cómo ni cuándo pero de repente se t ecambian las papilas gustativas. Será porque somos animales de costumbre. Lo que suma también es que acá, en medio de lo que nosotros entendemos por “la popu”, te venden en una especie de jarra transparente, tres cuarto litro de cerveza tirada. Puede ser negra, tostada, con miel, fuerte, en fin: la-que-quie-ras.¡¡¡Y de vidrio!! Obviamente viene con un combo: si pones un par de verdes más te dan un jarrón de trole y medio más un cono de papas. Figurate.
 Yo no se en qué momento se le cambia el chip al ser human pero de pronto todo esto lo vivís como algo tan normal que comerte unas patitas de fray chicken es tan necesario como el vascolet con merengadas a la salida del Normal. Y uno no puede evitar compararlo con los puestitos de paty que caminan, lo digo por lo crudo, a la salida de la canchita de Lanús, por ejemplo; lo tenías que inundar de mostaza para pasarlo mientras que para llegar al puestito de hamburguesas primero tuviste que adornarlo a uno de los emisarios de la barra que, al grito de “un peso para japón, un peso para japón” no sólo se hacen el día y la semana sino que te hace creer que, con esas míseras limosnas van a sobrevivir por las autopistas de Tokyo a la espera de la final intercontinental.

  Uy, uy, uy, mirá mirá ¿cobró penal? ¡¡¡Cobró penal!!! ¿Este cara de mono nos cobró penal? Pero si todavía ningún jugador de ellos pasó la mitad de la cancha. ¡¡¡Podés creer!!! Qué ladrón. Si no hay nadie en el área. Parece Mar de Ajó un tres de julio. No lo puedo creer.
  Mirá, mirá lo que tarda en acomodarla en el punto penal. Parece un rugbier. Bahh. No quiero ni mirar…Gol, gol. Mirá cómo lo gritan, cómo si sacaran la tarjeta del banelco. No importa, vamooooo’ carajooooo’: “Pongan eggs, pongan eggs, pongan eggs, pongan eggs que no ha pasado nothing, pongan eggs, el equipo pongan eggs, this hinchada, la Copa tweenty catorce volverá”
¿Quée???? ¿Que lo va a hacer patear de nuevo?? ¿Porque el arquero se adelantó??? Si, fue gol, qué importa si se adelantó o no. No se entiende. El referee está más desorientado que el acomodador del cine el día que estrenan la última de Potter.
  ¡La colgó! ¡La Colgó!! ¡¡¡La sacó del estadio la bessstia!! No te digo que son de madera éstos engendros de boricuas.
¡Che Johnson!!! ¡Johnson!! ¡¡escuchame pajero!!!! ¡¡Ponelo a Cristianshen!!!! ¡¡A Cristian-sehn!!! ¡No pasamo la mitad de la cancha Johnson!!
¿¿Qué quién es Cristiasehn?? Es un  pibe de allá. Juanjo Sarratea se llama. Se cambió el apellido para no levantar la perdíz. Es de Isidro Casanova y parece que viajaba con los viejos para Disney. Bahh, eso dijeron en migraciones. Resulta que sus viejos iban de caseros a una mansión en Santa Mónica. El avión aterrizó de emergencia en las islas por el Huracán Mitch y se quedó no más. Labura de albañil igual que allá. Pero acá a las tres de la tarde se para todo y el flaco tiene tiempo de irse a la playa y todo. Ni qué decir cuando tiene algún accidente laboral. Ya no tiene que ir al policlínico de San Justo.
La mueve más que todos. Es el único que nos puede hacer ganar el clásico.
¡Miralo! Miralo con las ganas que entra. Es el hijo del viento, ¿te das cuenta? Una flecha. Córner mirá. Lo va a tirar él. ¡Tiralo olímpico que éstos no saben menos de reglamento que mi hermana! Ahí tira, ahí tira…¡GoOoOoOoLLLL!!!! ¡Te lo dije!! ¡¡Gol Olímpico y la gran puta!!! ¡¡GooooOOOllll cheto puto goOOOllllLL!!!!
¡¡Vamo’ todos a cantar carajo!!! “You look, you look, you look, sacale una foto, se van para Saint Thomas con el asshole roto” ¡¡Qué alegríaaa ganarles a éstos!! Es que nos llaman, despectivamente, con el apodo de “cobrizos”.  Nos burlan porque el Imperio español nos extraía el cobre allá por el 1500, mil seiscientos, más o menos. Después es history conocida: vinieron los holandeses y, por suerte, los ingleses, unos años después, les metieron el raje. Si no yo no estaría acá arengando a estos pecosos ¿Sabés quién estaría?? El nabo de Manolo. Manolo, el valenciano mufa que siguió a España como a diez mundiales menos al que ganó. Nosotros somos hooligans, ¿entendeésss? No como estos pendejos que te ponen porristas de segunda, las que quedaron arafue del casting para el superbowl, ¿te das cuenta?
  Uyy, irá, mirá, bajó el helicóptero-ambulancia porque el flaco Sarratea se quedó en el piso simulando una falta más de la cuenta. ¿Qué incrédulos estos gringos? Si-em-pre-nos-envidiaron. Es que nosotros sólo recibimos 350 mil turistas al año y ellos 2 millones. Se quieren matar. Ciudad del Este every year. Por suerte laburamos mucho menos gracias a los subsidios de la Queen madre. Es por eso que, con el tiempo libre que tengo, sigo a la selección a todos lados.
¿¿¡Cóoomo!!!?? ¿¿Qué el referee lo suspendió?? ¡Juez, sun of beach, juez y la remil que te parió!! ¡Referee comfather!!!
  No lo puedo creer: lo suspendieron por culpa de Sarratea. Y seguro que nos van a quitar los puntos. Van a darle el partido ganado a los virginianos de U.S.A. dos a cero y chau manchas. ¿Quién va a tener los cojones de ir hasta Zurích para quejarse ante el mismísimo Blatter? Y todo ¿sabés por qué?? Todo por culpa de los inmigrantes. Qué ironía. Sarratea y la concha misma de tu madre. Yo lo sabía. Se lo dije a la Claudia, ehh. Qué te pensás, carajo.

El Chu


El regreso

Era bastante difícil llegar hasta la estación. Primero porque extrañamente quedaba lejos del caserío - nunca nadie supo explicar el porqué de semejante tontera-, y segundo porque al no ser utilizada en los últimos años, todo se había derrumbado dándole paso al indomable tiempo que todo lo desmantela. Había que cruzar un descampado, una especie de avenida que nunca cumplió su función, otro descampado más, y luego de sortear el alambrado perimetral ya caído, había que recorrer un camino que a fuerza de no ser transitado se había desdibujado y llenado de yuyos.
A pesar de las dificultades, el atardecer mostraba una cadenciosa policromía de azules, naranjas y violetas. Una imagen de postal que me hubiera quedado mirando sin apuro y sin embargo no lo hice.
Al llegar al andén y contrastando con la estampa abúlica y apacible del cielo, una multitud bulliciosa y terrenal con dominguera ropa de oferta y olor a perfume barato, conversaba vociferando en clima de fiesta. En las pancartas se leían frases de bienvenida y de tanto en tanto hacían sonar tapas de cacerolas golpeándolas entre sí o palos contra alguna lata en un lamentable concierto de percusión. No faltó alguna corneta distraída aullando entre los golpes.
Me pregunté que estaba haciendo yo ahí, mientras percibía en mi cuerpo, como pasta pegajosa, la incomodidad visceral en la que me encontraba. A mi no me importaba que el tren volviera a transitar y uniera las estaciones de este pueblo y de otros tantos pueblos olvidados ya sin razón de ser en estas tierras perdidas de la mano de dios, si es que existe, pues al verlos pienso que no, que es sólo una ilusión de esta pobre gente que lo tiene como consuelo de sus penurias y su mediocridad.
Me respondí que quizá por eso estaba allí, por solidaridad con ellos, para comenzar a sentir que no soy distinto, que casi soy una parte, ni mejor ni peor, sólo una parte de esa masa pequeña y amorfa en un acontecimiento popular, y en la vida. Me entremezclé tratando de pasar inadvertido y sin perder la terrible sensación de viscosidad, haciendo un esfuerzo para que todo eso me incumbiera aunque sea un poco.
El tiempo iba pasando sin nada más que pasar y pasar y en ese vaivén los  colores se fueron perdiendo y apareció la primera estrella.
De pronto se oyó el silbato del tren y todos se estremecieron de júbilo e inclinaron sus cabezas al sur, lugar por donde habría de venir el gusano mecánico que tanto esperaban. Sin embargo ni una luz apareció por las vías que a simple vista se unían en el fondo del horizonte. Otra vez la sirena y otra vez nada. Pasó un rato largo y sólo el sonido inundaba la escena, que por suerte los hizo callar en la espera de ver aparecer de una vez por todas la formación. Cuando la impaciencia ya se cortaba con cuchillo, se la vio venir entre nubarrones de humo y acompasada letanía. Saltaron, aplaudieron, agitaron carteles y más y más ruido. Los últimos metros fueron para mí los de mayor tensión. Se acercaba lento, como a paso de hombre. Cuando pude definir con mis ojos la máquina, sentí una especie de temblor que se acomodó en mi cuerpo al darme cuenta que no veía al maquinista que supuestamente y como creí que sería lo lógico en estos casos, aparecería triunfal saludando con su mano en alto.
Comenzaron a verse más de cerca las ventanillas del primer vagón de pasajeros. Pude detectar con sus manos blancas apoyadas en el cristal un hombre tan parecido a mi padre, que de no ser por la realidad, hubiera jurado que era él. La visión me estremeció más aún de lo que ya estaba. Lo seguí mirando hasta que pude, pero en el segundo vagón apareció frente a mí, inconfundible y bonachón, mi tío Alberto, sonriente y con su boina a cuadros, tal como lo vi la última vez. Me hizo un gesto de saludo y me guiñó un ojo, como era su costumbre.
Sólo en ese instante percibí la tensión que se había adueñado del andén. Como si todos nos hubiéramos transformado en uno solo, una bola humana que latía al unísono, lentamente, en ajustada respiración espantada y   pasmosa.
Nos subimos al tren apenas se detuvo.

La Ine

NEUROTICONES

Neuroticones

(Gestos, muecas, guiños que el pensamiento dibuja con palabras)


¿Qué significa pensar?

¿Qué significa pensar?  Es una pregunta que muchos se la han planteado y como problema estamos como el día primero. La palabra que mejor la refleja por sus antecedentes griegos es LOGOS. LOGOS es una palabra que en realidad no puede ser traducida. Algunos han intentado traducirla como RAZÓN. La Razón estaría subsumida en la LÓGICA como ciencia del pensar. A través de la lógica  podemos fijar los principios y las reglas con que se rige el pensamiento. Sería el fijar correctamente la forma o los esquemas que todo pensar tienen en cuanto lo indicamos como racional. Una definición de LÓGICA es aquella que la designa como la disciplina que tiene por objeto el fijar el razonamiento correcto de aquel que no lo es. Y como tal se rige por principios o puntos de partida que no pueden ser deducidos sino que son los que permiten deducir a todos los demás. Como es una ciencia o disciplina formal puede ser llenada con distintos contenidos. Y entonces deja de ser Lógica para convertirse en ciencia concreta. Por eso el decir poético por ejemplo quedó fuera de la Lógica. Pero para sintetizar: en la lógica quedo fijada desde hace mucho tiempo el acceso a pensar.
Hice esta concisa observación con respecto a la lógica para ubicar el problema. Lo que sucede es que el mundo globalizado,  quedó prisionero de una manera unidireccional del pensar y hoy en día todo culminó en el  mito racionalista de la ciencia y de la técnica, quedando devaluadas otras formas de acceso a la verdad. Por ejemplo,  hoy día tal vez no nos hemos  damos cuenta,   hemos aceptado sin examinarlo previamente el pragmatismo y el funcionalismo, como la  posibilidad más atractiva  de acceso a lo real. Pero habría que preguntarse ¿qué es lo real?  Creo que para ampliar el horizonte mental,  hay que insistir en otras alternativas,  como por ejemplo el arte o la mística. Si observamos bien estos aspectos ambas revalorizarían ciertas cuestiones que están más allá de lo racional. Y esta propuesta no es una negación lisa y llana de la Razón,  sino reinstalar un ámbito desprestigiado que viene con la indiferencia por la metafísica. Los que nos aventuramos  incursionar en  la filosofía,  esta noción cobra un enorme sentido para recuperar  ámbitos fundamentales,  que cada vez están más oscurecidos por el sistema de relaciones abstractas en los que estamos inmersos   y por  la creciente ordenación cada vez más tecnificada que cubre todo el quehacer humano. La libertad,  como así también la creación,  están cada vez más amenazados dejando poco marco para que se desarrollen.
              Hay que insistir en pensar por otras vías para descubrir otros territorios interiores,  que quedan cubiertos por la maleza de la organización y  las propuestas ya cosificadas que nos hacen ver de manera unilateral el sentido de todo esto. Es una forma de que cobre espontaneidad.
              Hoy fue un hermoso día a pesar del frío. Estuve en la playa,  luego me puse a contemplar el mar. Me rodeaba una soledad densa e  inesperadamente surgió  lo siguiente:
                                                                                              
              La mirada anclada
              en el ondear de las olas,
              golpean sin tiempo
              despertando de la vibración del SER
              ese misterioso brote
              que se abre en la hondura del pensar

El Étor



Mensaje dirigido al avispero de intelectuales de la región
 por otra clase de paisana Alimaña

¿Qué nos pasa a los intelectuales de hoy? Eh? Y no me refiero solo a los engreídos universitarios que secretamente creen dominar el mundo y lo único que conocen de él son: las escaleras que conducen al departamento de investigación y la comarca de ñoños que transpiran la camiseta por esos corredores, sino también a aquellos otros que, como yo, abandonaron esa burbuja de la elite del pensamiento antes de la asfixia o la improbabilidad del retorno a la vida, y que ejercen el vicio de pensar, escribir, pensar y leer, pensar y conversar en ámbitos profanos como la propia casa, el café del barrio, o algún anónimo rincón del ciberespacio, ¿Qué nos pasa, eh? ¿Qué? ¿Ninguno de ustedes tiene dudas, interrogantes, temores? ¿Ninguno de ustedes se pregunta si lo que de Borges, Deleuze o Kafka o Blanchot se deja entender no será un chiste del viejo, o uno de sus sueños o una confusión  de la ceguera? Me gusta pensar que  juegan, juegan conmigo, juegan a ser serios a ser grandes a ser adultos, juegan a ser intelectuales a ser un literatos, ¿qué? ¿No sueñan ustedes también con la idea de que el pensamiento no difiera del mero juego infantil de combinar lo contradictorio de repetir lo superfluo, de barajar lo imposible? ¿Nadie leyó así a Macedonio? 
Estoy segura de que comparten conmigo muchas de estas supersticiones, si es así, aquí les tiro esta indignación para que la abarajen… ¿por qué diablos hablan como si tuvieran el centésimo nombre de dios escrito en un papel abollado en el bolsillo y una pedantísima humildad los detuviera antes de sacarlo a relucir? ¿Por qué se dicen marginales si en el fondo no salen del centro, del meollo, del carozo de las elucubraciones que los tienen absortos en la propia imaginación?  ¿Quién se anima a discutir los clásicos, los viejos conceptos que todavía nadie entiende: como el amor, la vida, muerte, el odio, el perdón, la violencia? ¿Por qué irse por las ramas cuando todavía no sabemos en qué clase de tierra estamos parados?
Y después están los otros, los que están apestados de tanta soberbia, de tanta pelotudez intelectual y, en vez de advertirla también incluso en las propias mañas de la envidia, quieren resolverlo todo con una bomba que aniquile a los demás,  esos enfermos que profesan el librepensamiento mientras toman coca cola  y miran el noticiero por tv, cuando no fuman cigarrillos industriales en su cómodo sillón burgués… entonces, a la mierda con ellos… ¿pero qué? ¿No habrá paja ajena también en el ojo del huracán? Vamos chicos, la hipocresía se desliza hasta en la baba de la rabia que escupimos, que joder. Uno de estos temerarios librepensadores del margen tiró una bomba hace poco “Yo me meo en Borges” dijo. Uh!!!... Mi papá gritaba a diario: ¡Me cago en Dios! Y nunca se le ocurrió publicarlo.
 Si querés renovar algo en el mundo de hoy en día, tenés que estar dispuesto a no ser nadie, nada, nunca. Para un sistema que se basa en la autocomplacencia del yo, no hay nada más aterrador que la humildad y la renuncia al ego.
 Yo ya estoy cagada, muchachos, no puedo dejar de hablar, sino exploto. Muchos de ustedes también, lo sé. Ahora bien, entonces, ¿por qué mierda seguimos tratando de hacerles creer a los demás que en el fondo somos diferentes? Si somos la mismísima mierda con distinto olor. Sin ser peyorativa, lo que quiero decir es que todos somos seres humanos, juntos somos la especie, una comunidad de seres irrepetibles y, por eso mismo, iguales en la condición de únicos.
A veces siento que nada me separa de un animal, por ejemplo, mi gato, de una planta, del mar. Me pregunto con cierta tristeza ¿por qué no lo he sentido, salvo limitadas excepciones, con otro ser humano?
Esa tristeza debe ser la soledad… es muy probable que toda esta perorata no sea más que un fallido intento de burlar la soledad por un rato… espero sepan disculparme.

La Chechu